Durante toda la pandemia se ha hablado mucho de los beneficios del turismo para las áreas naturales, sin embargo, existe la otra cara de la moneda; los graves impactos que sufre la naturaleza por la masificación, saturación e intensidad de las visitas de excursionistas, que generalmente no pernoctan en el destino, por lo que no se fomenta la economía local.
Existe un conflicto con los excursionistas debido a los confinamientos perimetrales. Conocidos como aquellos que permanecen varias horas en el destino pero no pernoctan, es decir, que su lugar de residencia esta cerca del destino de «ocio». El conflicto viene cuando ese excursionista, que generalmente reside en grandes ciudades, debido a las restricciones de movilidad que se nos han impuesto, se limitan a pasar unos días fuera de la ciudad, sin ser realmente este tipo de viaje a zonas naturales, su tipología de viaje habitual.
El resultado es obvio. Son personas que necesitan viajar, pero no están motivados por la naturaleza, lo que conlleva a que su impacto sobre el medio natural sea muy grave, especialmente en zonas de fácil acceso y muy conocidas.
Esto implica que no hay una concienciación sobre la preservación y conservación de la naturaleza, no se realiza un viaje responsable. Son viajeros no concienciados en el turismo sostenible, que deciden practicarlo sin tener en cuenta su repercusión en el entorno y el medio ambiente.
